29 de septiembre de 2006

Déjame que te cuente...

Mi dulce luna, no sé por qué me he acordado de una cosa que viví...déjame que te cuente...
Hace unos cuantos años, un niño llamado Álvaro era incapaz de irse a dormir sin que se le contara un cuento. Su mamá, se acordó que tenía un libro sobre Mitología y...,pensando qué le podía contar, le preguntó:-¿qué te ha pasado hoy? y él contestó -he desobedecido a Guzmán (su profesor).
Su mamá, le dijo....-déjame que te cuente un cuento

DÉDALO E ÍCARO

Érase una vez.....en Atenas, había un gran inventor llamado Dédalo . Su sobrino Talos era su discípulo, pero pronto resultó más inteligente que el mismo Dédalo, porque con sólo doce años de edad inventó la sierra, inspirándose en la espina de los peces. Dédalo sintió mucha envidia de su sobrino y lo mató empujándole desde lo alto del tejado de la Acrópolis. Para evitar ser castigado por los atenienses huyó a la isla de Creta, donde el rey Minos, lo recibió muy amistosamente y le encargó muchos trabajos. Dédalo se casó con una mujer de Creta y tuvo un hijo llamado Ícaro.
El rey Minos ofendió al dios Poseidón y este se vengó haciendo que la reina Pasifae, esposa de Minos, se enamorara de un toro. Fruto de este amor nació el Minotauro, monstruo mitad hombre y mitad toro.Para encerrar al Minotauro, Minos ordenó a Dédalo construir un laberinto formado por muchísimos pasillos y pasadizos dispuestos de una forma tan complicada que era imposible encontrar la salida.Pero Minos, para que nadie supiera como salir del laberinto, encerró dentro a Dédalo y a su hijo Ícaro.
Estuvieron allí encerrados durante mucho tiempo hasta que a Dédalo se le ocurrió la idea de fabricar unas alas, con plumas de pájaros y cera de abejas, con las que podrían escapar volando de Creta. Antes de salir Dédalo le advirtió, a su hijo Ícaro, que no volara demasiado alto porque si se acercaba al sol la cera se derretiría y, tampoco demasiado bajo, porque se le mojarían las alas y se harían demasiado pesadas para poder volar.
Empezaron el viaje y al principio Ícaro volaba al lado de su padre, pero después empezó a volar cada vez más alto y se acercó tanto al sol que se derritió la cera que sujetaba las plumas de sus alas, cayó al mar y se ahogó. Dédalo recogió a su hijo y lo enterró en una pequeña isla que más tarde recibió el nombre de Icaria. Dédalo llegó a la isla de Sicilia, donde vivió hasta su muerte en la corte del rey Cócalo.
Álvaro, medio dormido, le dijo a su mámá.
- Mamá, no te preocupes porque yo no soy Ícaro
...y...se durmió
...¿sabes....dulce luna?....últimamente me vienen recuerdos a mi cabeza de hace....muchos, muchos años.....¿será que estoy muy mayor?....¡es la vida...!

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