Hace varios meses escribí sobre ése que no quiere alejarse de mí; a ése...que le puse nombre por temor al suyo; porque, mi dulce luna, sabes que deja que mi cuerpo se cristalice y me paraliza para seguir mis sueños,...para conseguir mis metas. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de él, ni se hacía el encontradizo, ni me llamaba para quedar, ni nada de nada....,¡la verdad!, amiga mía, pensé que ya me había dejado por imposible que...,después de algunos plantones que le dí, ese amor que sentía hacia mi persona,...le abandonaría...¡pero no!; de nuevo, quedamos en ese café que empuja a celebrar nostalgias y a las tertulias sin reloj, donde el entrañable aroma del capuccino,...invita a las confidencias al oído, y reaviva la brasa cálida del alma que tenía sumida en el olvido y...él, muy seguro de sí mismo, quiso cogerme de la cintura y pasearme con esa ternura almizclada que hace que mi sonrisa se difumine en el espejo y...arropar mis hombros con su manto de tristeza que me hace perder la memoria de lo que soy y...hacer que su voz embaucadora, volara de sus labios y... se perdiera en el cuenco de la noche, donde entierra mi sangre sus silencios;...incluso, ¡seguro!...quiso que notase la ceniza de sus besos...¡el muy impertinente!...para impedir que otros labios me besaran (como ha hecho otras veces) y...que percibiese su perfume apagado...ese perfume que emboba y es como si nunca hubiera existido, como...si una ventisca me hubiera derribado. Pero, no contó que....,esta vez, mi corazón es un velero con rumbo firme y...que estoy muy segura de mí y...que en la cita ...quien ha susurrado palabras de amor...¡he sido yo! y...quien le ha ronroneado como una gatita en busca de una acaricia...¡he sido yo! y... quien le ha cogido la mano como si las mías fueran un inmneso océano...¡he sido yo! y...,esta vez,....he sentido que quien ha temblado... ha sido él, que quien ha sentido que el mundo se deshabita y nadie le responde...ha sido él, que quien ha tenido temor de su propio nombre...ha sido él....¡el miedo!.
Yo, como soy muy educada, suavemente, como tú me has enseñado dulce luna, le he dado un abrazo vacío y mi mirada ha sido como una nube sin camino y..., ¡en ese momento!, es cuando se ha dado cuenta que nuestra relación ha terminado, que el rumbo de mi nave lo llevo yo.
Se ha ido sin volver la vista atrás y...se ha perdido en la tarde como un cisne negro sobre aguas verdes. Sé que nos volveremos a encontrar, porque su amor por mí es inmenso; pero,...la próxima vez, sólo será un compañero de travesía...pero no el patrón de mi nave y...ya no tendré miedo de pronunciar su nombre....¡miedo!, sin necesidad de utilizar un seudónimo.
En esta tarde Nerudiana, de frío en el rostro y árboles de verdades, me despido pero...no sin antes escuchar una canción
Como siempre, mi buen amigo Jesús me ha dejado un regalo maravilloso que no puedo dejar de compartirlo con todos mis amigos. De nuevo, mil gracias, amigo mío, te quiero